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Lo que nos enseñan las parejas que se sienten felices

Múltiples investigaciones han acordado que la satisfacción matrimonial está muy vinculada a cómo las parejas enfrentan sus conflictos. Para profundizar en esto en Santiago de Chile se realizó un estudio con parejas con hijos que llevaran menos de siete años juntas y que además hubiesen obtenido altas puntuaciones en pruebas de satisfacción matrimonial con el fin conocer las estrategias que utilizan para resolver sus conflictos. (Campos y Poulsen, 2013)

El resultado demostró que estas parejas tienen diferentes estrategias y actitudes para enfrentar de manera asertiva sus conflictos. Estas son:

1. Respetar y aceptar la individualidad de cada uno.
2. Priorizar y cuidar los espacios de pareja.
3. Poner el problema en perspectiva.
4. No temerle a discutir.
5. Conversar el problema.
6. Empatizar y contener al otro.
7. Manejar las diferencias de opinión.
8. Ser capaz de pedir perdón.

El respetar y aceptar la individualidad de la pareja implica que para resolver conflictos es sumamente importante admitir que ambos pueden tener distintas prioridades y respetar estas diferencias. Alude a saber aceptar la forma de ser del otro, sus necesidades, sus propios estados de ánimo y no obligarlo a hacer algo que no quiere. Se trata de entender que ambos pueden tener distintas prioridades, y respetar estas diferencias.

Las parejas reconocieron la importancia de priorizar y cuidar los espacios de pareja, generando y respetando los momentos que les permiten estar juntos. Esto se logra dedicando tiempo los fines de semana para ellos, saliendo solos, separando el mundo del trabajo del de la casa, tomándose vacaciones, no teniendo una carga excesiva de trabajo, entre otras.

Saber poner los problemas en perspectiva alude a tres aspectos: El primero es decidir por qué vale la pena pelear. Esto tiene que ver con la capacidad de distinguir cuáles son las cosas por las que es realmente importante discutir así como también evitar hacer lo que al otro le molesta. Muchas parejas concordaron que uno de los asuntos por los que no vale la pena pelear es por las tareas domésticas y reconocen que es mejor ceder en este ámbito, simplificarse la vida y priorizar otros temas. Una de las estrategias que estas parejas utilizan, es que cada uno se haga cargo de aquellas cosas domésticas que le son significativas, pero que para el otro no son importantes. Priorizar tener buenos momentos por sobre la discusión alude al elegir pasarlo bien en vez de estar disgustados, a darse cuenta cuándo no tiene sentido seguir peleando y al ser capaces de extraer lo positivo y entretenido de las situaciones aburridas. Y por último, no agravar la situación se trata de ser capaces de ver las dificultades con calma y humor, de mirar con perspectiva el conflicto puntual, y saber identificar cuando se alcanzó un consenso y no permitir que al discutir se sigan dando vueltas en lo mismo, siendo capaces deponerle fin al altercado.

Otra categoría que surge como relevante al momento de resolver los conflictos es el no temerle a discutir. Esto implicaría estar dispuestos a enfrentarse cuando se considera que se trata de algo relevante, a ser capaz de expresar cuando a uno le molesta algo, a conversar varias veces cuando no se ha resuelto un problema, y a insistirle al otro sobre las cosas que a uno le molestan y que se quieren cambiar.

Saber conversar el problema es otro de los aspectos importantes. Esta conversación debe cumplir con las siguientes características: realizarse en un momento y espacio apropiados, plantearse de una forma adecuada y siendo claros con lo que les ocurre. Las parejas señalan que si la situación no es grave es mejor conversarla en el minuto, pero, si están muy molestos es mejor esperar a que pase un tiempo. Destacan que es importante no enganchar cuando se ve que el otro está muy alterado, calmarse y dejar pasar la rabia, y si es necesario esperar que pasen los días para que se suavice el conflicto. Conversar en un lugar adecuado, hace referencia a hacerlo donde puedan estar solos, a no pelear delante de otras personas, y fuera del espacio cotidiano de modo que puedan estar tranquilos.

Empatizar y contener al otro surge como una actitud relevante al momento de resolver los conflictos. Esto se manifestaría en acciones como escuchar su queja, tomar en cuenta sus necesidades, ser cuidadoso en el trato cuando se sabe que el otro está pasando un mal momento, y ser capaz de tranquilizarlo y calmarlo.

Manejar las diferencias de opinión implicaría ceder y llegar a un acuerdo que los satisfaga a los dos. Para esto, ambos deben ceder en algo o hacerlo en función de para quién es más importante el tema que está en discusión. Llegar a un acuerdo que satisfaga a los dos implicaría la capacidad de negociar, de buscar consenso y puntos en común, de alcanzar un equilibro que considere las perspectivas de cada uno, de estar dispuesto a entregar y a la vez ganar algo, y el descartar la alternativa que vaya a dejar totalmente insatisfecho a uno de los dos.

Y por último saber pedir perdón. Cuando no hemos cumplido con lo que prometimos, cuando nos equivocamos, cuando sin querer dañamos a nuestra pareja es importante tener el coraje de pedir disculpas. Cuando uno dice ‘perdón’ asume la responsabilidad de haber dañado al otro, reconoce el error, empatizar con el otro; es una muestra de que “me importa haberte dañado”. Es importante que la pareja esté dispuesta a pedir perdón como una forma de reparar, y también es importante perdonar, ya que de esta manera se evita un resentimiento posterior en la persona que se sintió dañada.

Esperamos que estos ejemplos y estrategias, que las parejas bien avenidas usan para resolver sus conflictos, sean de ayuda para identificar aquellos momentos en que se enfrenten con estas mismas interrogantes en su pareja.

“El matrimonio debe luchar constantemente contra un monstruo que lo devora todo: la rutina”
Honore Balzac