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Los problemas que no se solucionan

¿Sabías que uno de los descubrimientos más sorprendentes de la investigación es que el 70% de los problemas que tiene una pareja nunca se van a solucionar? (Gottman Institute). Aunque suena difícil, todas las parejas los tenemos, y pareciera que una y otra vez aparecen: son los llamados Problemas Perpetuos. Pero ¿por qué no se solucionan? Porque tienen que ver con cosas que las personas no pueden cambiar o no quieren cambiar porque son muy importantes para ellos. Veamos algunos ejemplos donde aparecen estas diferencias:

Ana suele despertar temprano y con mucha energía, le dan ganas de hacer deporte, hacer cosas en la casa, ordenar, limpiar, conversar o salir. A Juan le gusta dormir hasta tarde, le cuesta despertar, no le gusta que le hablen hasta el segundo café y feliz se queda leyendo el diario en cama. A Ana le gusta acostarse temprano, tiene poca energía en la noche, se desconcentra, ya no quiere hablar y menos salir hasta tarde. Juan en cambio se llena de energía al llegar el atardecer, se pone creativo, conversador y al salir es el último en irse de la fiesta.

Esta diferencia es muy biológica y siempre generará tensión en esta pareja la cual permanentemente estará discutiendo qué hacer los fines de semana en la mañana y en la noche: cada uno intentará que el otro se acomode a su estilo. Este es un problema perpetuo que no se resolverá con el tiempo, pues tiene que ver con diferencias de estilo de vida, de personalidad y de las necesidades de cada uno. Veamos otro caso:

Alberto y María José suelen pelear por los gastos de la familia y las decisiones respecto al dinero. Él insiste en ahorrar para el futuro, ella en disfrutar el ahora. Cada uno sostiene su posición porque detrás de ellas hay una historia que los marcó.

La historia de él: Él creció en una familia con muy buena situación económica hasta que el padre quebró. Eso significó cambiarse de colegio, dejar de ver a sus mejores amigos, vivir “bullying” en el nuevo colegio por ser “el cuico”, ver continuas peleas entre los padres -quienes se separan 4 años después, y estudiar en la universidad con un crédito que paga hasta el día de hoy. Para él, la estabilidad económica es algo fundamental: él necesita sentir la seguridad de que no le volverán a arrebatar la vida por causas económicas.

La historia de ella: Su madre murió de cáncer cuando ella tenía 13 años. Como era la mayor de 4 hermanos (11, 8 y 6) tuvo que asumir responsabilidades en la casa y el cuidado de sus hermanos que la obligaron a crecer antes de tiempo. El padre se dedicó a trabajar mucho y lo veía poco. Creció con la convicción que en cualquier minuto toda la vida te puede cambiar, que no sirve planificar, sólo vivir al máximo el minuto que uno tiene.

En este caso, también hay un problema perpetuo donde la historia de cada uno, genera preocupaciones y necesidades distintas que se manifiestan en el día a día. ¿Hay entonces una solución para llevar mejor estas diferencias? El Gottman institute ha encontrado que más que la resolución del conflicto, es la regulación de éste, lo que hacen las parejas que se mantienen bien avenidas por muchos años. Descalificar al otro por ser diferente o tratar de forzarlo a que sea como uno quiere sólo profundizará el conflicto en pareja. Es importante poder descubrir cuál es la raíz de esa posición o preferencia que el otro defiende tanto.

Por lo tanto, cuando el otro esté en una postura que no está dispuesto a ceder, te invitamos a preguntarle:

•  ¿Cuál es tu posición respecto de este tema?
•  ¿Qué es lo importante de eso para ti?
•  ¿De dónde nace esta postura? ¿Se relaciona con algo de tu historia?
•  ¿Se relaciona con una creencia o valor importante para ti?
•  ¿Qué sientes acerca de esto?
•  ¿Qué es lo más importante que te gustaría que yo entendiera?
•  ¿Qué necesitas respecto de este tema?

Es probable que si ambos hacen estas preguntas con la genuina intención de entender por qué el otro piensa así, logren una manera de darle espacio a ambas miradas y, aunque sean diferentes, se amen en respeto y armonía.

“El matrimonio debe luchar constantemente contra un monstruo que lo devora todo: la rutina”
Honore Balzac